FUNDAMENTOS 

Las técnicas de Aikido son de naturaleza netamente defensiva. Se ejecutan con flexibilidad, equilibrio y en el momento justo. Es posible aplicarlas sin ser particularmente fuerte y sin agresividad. Sus movimientos son circulares evitando el choque directo con la fuerza del oponente, desviando el ataque sin resistirse a él. Cuando utilizamos estas técnicas podemos tomar el control del atacante, redirigiendo su fuerza de manera segura y efectiva.

Uno de los principios más importantes del Aikido sostiene que la mente y el cuerpo son uno. Cuando aplicamos este principio en las técnicas, podemos desarrollar un gran poder y capacidad de autodefensa. 

Además, gran parte del entrenamiento incluye el aprendizaje de caídas, que son, en sí mismas, una forma de defensa fundamental.

Mediante la práctica del Aikido podemos incrementar nuestra fortaleza y desarrollar seguridad para potenciar nuestros movimientos de defensa personal. Dado que la mayoría de las técnicas se practican en parejas, tenemos la oportunidad de aprender de otros al mismo tiempo que ayudamos a otros a aprender de uno. Esta característica crea un clima sumamente sano y de camaradería durante la sesión de entrenamiento.

El Aikido es bueno para el cuerpo, mente y espíritu. Y también es divertido.
La práctica del Aikido puede ayudarnos a realizar un cambio personal, desarrollando las cualidades innatas en cada uno de nosotros. Mejoramos nuestra capacidad de reacción ante la adversidad, buscando primeramente, un control de nosotros mismos para poder afrontar los desafíos que se nos presentan.